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Sepa cómo estuvo el verano para los comerciantes del balneario de Cartagena

Sepa cómo estuvo el verano para los comerciantes del balneario de Cartagena
25 febrero, 2013

La peor señal para darse cuenta que lamentablemente para muchos el verano está llegando a su fin la tienen las vitrinas de cualquier multitienda de retail.

No hay metro cuadrado en los centros comerciales de cualquier ciudad de Chile que no esté tapizado con artículos escolares, muchos de ellos puestos en el mercado a fines de enero, momentos en que la temporada estival se encontraba en su punto de máximo apogeo.

Es que las vacaciones se hacen cortas hasta para el más optimista de los veraneantes, y los días de arena, sol, mar y cuerpos bronceados para muchos ya comienzan a ser parte de los archivos.

Y mientras unos vuelven con cara de tres metros a trabajar, para los comerciantes de Cartagena, la comuna veraniega por excelencia, comienza el momento de los balances y recuentos finales.

Es el instante en que las horas trabajadas, el esfuerzo del día a día, y las gotas sudadas se ponen a la balanza junto al factor económico para poder realizar un balance de lo que fue la temporada verano 2013.

UN CLÁSICO MANISERO

Sergio Contreras lleva más de veinte años con su puesto de maní confitado. Junto a su carrito que ubica en la entrada de la Terraza de Cartagena ha visto pasar generaciones de veraneantes en distintas épocas, por lo que su voz es autorizada para pasar cuenta de lo que fue el verano.

«Puedo asegurar que esta temporada de verano ha sido bastante bueno, sobre todo en el mes de febrero, que es donde se ha concentrado la mayor cantidad de visitantes», comenta el verdadero emperador del maní confitado.

De hecho, cuenta que muchos de los veraneantes santiaguinos le comentan que su producto estrella es mucho mejor que el que compran en las calles capitalinas.

«La clave está en la preparación del confite que cubre el maní, el cual tiene que ser hecho con mucho cuidado y también con harto cariño, que es lo fundamental cuando hay que armar el producto», afirma el vecino del sector Santa Elisa de Cartagena.

Según los cálculos que realiza Sergio Contreras (respaldados por sus más de dos décadas a sol y sombra en la playa Grande), la temporada estival «debería terminar el próximo domingo 3 de marzo, por lo que queda una semana y unos días para vender todo lo que más se pueda».

CACHITOS REGALONES Iván Arce vive en la población Arellano y al igual que muchos niños, aproecha el verano para realizar un trabajo que le ayude a juntar plata para tener ahorros que le puedan servir para el resto del año. En la arena plomiza de la playa Grande cartagenina camina con convicción y estilo ofreciendo los populares cachitos rellenos de manjar, los cuales los ofrece a 400 pesos, y los clásicos pan de huevo, a una módica suma de 300 pesos. «Nos ha ido bastante bien con mi primo. Los dos pusimos este negocio de los cachitos y los pan de huevo, y hemos tenido bastante aceptación de la gente, ya que es un producto tradicional, que todos comen cuando están en la playa», dice el pequeño Iván.

Marcela González es una visitante que llegó desde la comuna de Maipú a pasar sus días de vacaciones en el Litoral Central, y es una de las tantas clientes que Iván Arce tiene gracias a sus dulces y sabrosos productos.

«Lo que más me gusta de los productos de los jóvenes es que son de una excelente calidad y se nota que son muy rigurosos en todo, ya que tienen siempre todo limpio y eso es algo que uno agradece», confiesa Marcela.

¿V LAS BOTILLERlAS? Melón con vino, cervezas heladitas, borgoña con frutilla, piscola con tres hielos para la noche o un ron en la previa antes de ir a la discoteca.

Todos tragos y bebestibles que no pueden faltar en ningún carrete que se digne de tal, ya que en verano, el alcohol se vuelve casi tan indispensable para algunos como el mismísimo traje de baño.

«Este verano sin lugar a dudas que lo que más vendimos fueron las cervezas y el vino pipeño para hacer el melón con vino, un trago que es uno de los más populares del verano», dice Raúl Meza, quien trabaja en el local «La Cisterna», y que además aporta un interesante dato: entre los productos que más consumieron los veraneantes en su establecimiento se cuenta el pan amasado, compañero infaltable en todas las mesas estivales.

Para Esteban Neira y Javier León, quienes trabajan en la botillería Kamicar, el verano no fue lo que esperaban, ya que no tuvieron las ventas que obtuvieron en temporadas anteriores. Por eso, aseguran que los visitantes no se dejaron ver en grandes cantidades en Cartagena.

«Nosotros venimos a trabajar por temporadas, y podemos asegurar que no ha sido lo que esperábamos, ya que se vio mucha menos gente que otros años», afirma Javier León, quien cree que esta baja de público «puede haberse dado porque en enero casi no hubo sol, y eso no era motivarte para que vinieran los veraneantes a las playas de Cartagena».

Fuente : El Líder –San Antonio