
Ron, whisky y champaña sin alcohol: ¿tienen gracia?
L a mano se viene dura. Prontas a entrar en vigencia, las modificaciones a la Ley de Tránsito significarán que beber y conducir esté vetado: con apenas una lata de cerveza o una copa de vino en el cuerpo, el chofer estará incurriendo en una falta grave. Y para qué hablar si se ha empinado dos o más cócteles en un «happy hour».
Nuestra vergonzosa estadística de fallecidos en accidentes de tránsito –alrededor de 1.600 anuales, similar a naciones que nos triplican en población– obligó a endurecer las normas. En un país que vive una locura alcohólica cada noche, la nueva ley forzará a un cambio cultural justo y necesario. La primera opción será dejar el auto en casa o pasarle las llaves a un abstemio; en muchos casos, sin embargo, eso no será posible.
Más que una amenaza para bares y restoranes, esta «revolución» representa una oportunidad de negocios. Un área que sin duda debiese prosperar a corto plazo es la oferta de bebidas no alcohólicas que permiten replicar la experiencia de compartir un par de copas para quien luego deba ponerse detrás del volante.
El precio justo
«Tragos sin alcohol» nació un año atrás siguiendo una tendencia mundial. La empresa importa desde España una serie de jarabes no alcohólicos que imitan el sabor de licores como ron, whisky, champaña y vino, además de los combinados más populares: mojito, piña colada, daiquiri y caipiriña. Cada botella cuesta alrededor de $6.000; su sabor, olor, color y apariencia son casi idénticos a los originales.
Lo comprobamos en una degustación: lo único que se extraña en un mojito o piña colada sin alcohol es ese típico ardor cuando el licor baja por la garganta; alguien que no sepa qué contiene, bien podría confundirse.
«Para generar cambios de conducta reales, la idea es permitir y no prohibir. Estos tragos no le van a servir a quien toma sólo para emborracharse; a quien bebe para compartir y pasarlo bien, sí. El mercado va a crecer mucho con los choferes designados, pero también incluye a embarazadas, hipertensos, fieles de religiones que prohíben el alcohol, menores de edad en fiestas de quince, trabajadores de empresas mineras o simplemente a quienes no les guste el sabor del licor pero no quieren quedar al margen del carrete», detalla Claudio Venegas, gerente general de «Tragos sin alcohol».
Sus productos se venden a través del sitio www.tragossinalcohol.cl y en algunos supermercados Lider. Esta línea le permite al canal Horeca vender, por ejemplo, una caipiriña no alcohólica al mismo valor del trago que sí contiene cachaza. En términos de plata, ello resulta bastante más rentable que ofrecerle sólo jugos y gaseosas al abstemio militante u ocasional. «Recomiendo que el precio sea igual para los combinados con y sin alcohol. Así el local puede seguir ganando lo mismo con cada producto», subraya Venegas.
Fuente : Las Últimas Noticias