Kosher time
Kosher, cashrut, correcto o apropiado. Así denomina la comunidad judía a los alimentos que cumplen con los preceptos indicados en la Torá. Un concepto de comida (desde su preparación hasta el tipo de productos) tradicionalmente vinculado a la práctica religiosa, pero que en los últimos años ha ganado adeptos más allá de las creencias y el consecuente espacio en las góndolas de los supermercados. Por cierto que el mercado chileno es restringido, con una comunidad judía que algunos estiman entre los 20 mil y los 70 mil integrantes, pero el potencial exportador es más que atractivo. Por ejemplo, la colectividad equivalente en Estados Unidos supera los siete millones de personas, en su mayoría de un nivel socioeconómico medio alto, dispuestas a pagar un sobreprecio por productos certificados como kosher.
Los beneficios de tener el sello de la U o la K circulada son altísimos y –a juicio de participantes del negocio– compensan por lejos los entre 3 mil y 6 mil dólares anuales que cuesta la certificación del producto. Fernando Araya, subgerente de exportaciones de Sal Lobos, cuenta que la idea de certificar Sal Lobos y Biosal como kosher, partió hace cuatro años por una razón práctica: «tener un símbolo kosher en el envase de Sal Lobos aporta un beneficio adicional, ya que de partida a Israel no se puede entrar sin esta certificación, y hay zonas en Estados Unidos donde la venta se multiplica si es kosher». La certificación, agrega, «es la mejor opción para abrir y potenciar nuevos mercados».
También Viña Luis Felipe Edwards ha incursionado en este mercado. En 2005 partió con la elaboración y exportación de vinos y «hoy estamos vendiendo 60 mil cajas anualmente», comenta Pedro González, encargado y administrador de adquisición de bodegas de la firma.
Maurice Perelmuter, senior sales manager de Mundokosher, una empresa dedicada a la comercialización de este tipo de alimentos, enfatiza la enorme posibilidad de crecimiento que entrega la incorporación de productos certificados, como el caso de Vinagres Traverso, compañía con la que trabaja desde hace cinco años: «empezamos en 2005 exportando un solo contenedor y a principios de 2010 ya completamos quince».
Con más de 110.000 productos con certificación kosher a nivel mundial y unos 2.000 que se incorporan cada año, la idea es que las empresas de alimentos no se queden fuera, porque se trata de un mercado con precios más atractivos, como cualquiera puede comprobar recorriendo el supermercado. Naftalí Espinoza, general manager de la empresa certificadora Kosher Chile y representante de Orthodox Union, agrega que este nuevo perfil de consumidores crece a tasas de entre el 20% y el 30% anual.
Según el Food Marketing Institute, en 2009 las ventas anuales de supermercados en Estados Unidos alcanzaron los 556.973 mil millones de dólares, y los ítems alimenticios que se comercializan en este mismo país con certificación kosher corresponden al 50%.
Claves de la certificación
Un producto puede ser kosher cuando un rabino lo certifica como tal, lo que significa que lo autoriza y marca con un sello especial conocido internacionalmente, que lo identifica como cashrut o aceptable. Para poder determinar y luego certificar que el alimento ha sido elaborado según los preceptos de la ley judía, el rabino tiene que intervenir activamente, ya sea en su preparación o en la supervisión de las industrias elaboradoras. El grado de participación del rabino es distinto según el alimento a certificar.
El tipo de certificación también puede variar, y de eso dependen sus costos. La más importante a nivel internacional es la certificación de la Orthodox Union.
Naftalí Espinoza, su representante, señala que hace tres años sólo había 60 empresas certificadas en Chile, cifra que hoy se eleva a 130 compañías.
Los principales destinos a conquistar son Estados Unidos, Israel, Francia, Australia e Inglaterra. Por cierto, el mercado más importante es Israel, con 6,5 millones de personas que comen kosher, y donde por ley las cadenas de supermercados, los hoteles y todos los sitios fiscales deben ofrecer este tipo de comidas. Estados Unidos, segundo mercado en importancia, cuenta con 15 millones de consumidores de productos kosher, si se considera también a aquellos que no profesan la religión judía.
¿Por qué? Las exigencias de la elaboración y procesamiento llevan a que se trate de alimentos más sanos y seguros, además de confiables para personas que sufren intolerancia a la lactosa u optan por la certificación parve para estar seguras de que cumplen con una dieta vegetariana. La demanda hasta incluye a consumidores musulmanes, con restricciones alimenticias similares. En otras palabras, un mercado en aumento.
Fuente : Capital