A 10 años de la asociación: Los frenos de los empresarios chilenos para «sacarle jugo» al ACUERDO CON LA UNION EUROPEA
Mientras los europeos mandan automóviles, aviones, fármacos y equipamiento industrial, Chile sigue anclado al envío de cobre.
Asexma y Direcom hacen un diagnóstico y coinciden en que faltan innovación y audacia. Los altos estándares de calidad también impiden el aumento de la oferta exportadora de manufacturas.
Por Hugo Traslaviña.
10 años de su firma, el acuerdo de asociación Chile–Unión Europea sigue como un automóvil nuevo al que se le ha sacado poco kilometraje. Con un potencial fuera de lo común para este tipo de tratados comerciales, Chile no ha sido capaz de sacarle provecho y sigue anclado en la exportación de materias primas, con más de la mitad de las ventas concentradas en éstas, para un mercado de poco más de 500 millones de habitantes que demanda algo más que cobre, hierro, molibdeno y productos forestales.
El año pasado el 56% de las ventas chilenas en la Unión Europea (UE) fueron productos mineros, sólo un punto porcentual menos que hace 10 años. Lo otro que no ha cambiado en esta década es que del total de exportaciones mineras al mercado europeo más del 90% corresponde a cobre. 0 sea, nada nuevo bajo el sol.
¿Dónde está entonces la diferencia entre tener o no tener un acuerdo de asociación, de cuarta generación, como se ufanan los mismos europeos?
«Quizás ellos han sido los más beneficiados porque ahora nos compran las materias primas que necesitan, sin el pago de arancel aduanero y por esta vía sus industrias transformadoras han recuperado o mantenido su competitividad», comentó el presidente de Asexma, Roberto Fantuzzi. Y no es que este dirigente gremial tenga algún reparo con este acuerdo de asociación. Muy por el contrario, reconoce que se trata de un gran avance en la inserción de Chile en el mercado internacional, porque se trata ni más ni menos «del mercado más sofisticado del mundo, con un elevado estándar de vida de sus habitantes». Dice que «es problema nuestro que no le hayamos sacado partido». Agrega que el mercado europeo tiene un alto poder adquisitivo y que es exigente en calidad, de modo que este factor, sin ser una barrera objetiva al comercio, actúa como tal, frente a una oferta de productos con bajo valor agregado por parte de Chile.
Fantuzzi señala que las ventas de productos manufacturados chilenos en el mercado europeo siguen siendo marginales –como textiles, alimentos procesados y/o enlatados, cajas de cambio para vehículos–, ya que representan no más del 8% del total, y se venden en una minoría de países de la UE: Alemania, España, Holanda e Inglaterra.
«Cómo área manufacturera no hemos tenido mayores problemas para entrar a la Unión Europea, ya que el proteccionismo sigue más ligado al mundo agrícola», sostiene el presidente de Asexma. Por eso refuerza la idea de que los problemas radican en los productores chilenos, quienes no han podido mejorar ni diversificar la oferta.
De hecho, los últimos rubros para los cuales la UE mantuvo barreras, a través de la asignación de cuotas, fueron la carne, los pescados y los cereales. Y en el rubro alimentos, para los confites y los chocolates.
En los últimos años las exportaciones del sector frutícola y alimentario han mantenido discretas participaciones en el total de ventas en este mercado. El año pasado, las de frutas sumaron US$ 866 millones (7,3% del total); las de vino embotellado US$ 554 millones (4,5% del total); y las de salmón US$ 106 millones (0,8% del total).
A su vez, las principales importaciones desde la UE corresponden a bienes industriales, de alto valor agregado. La lista la encabezan los automóviles, seguidos de aviones., combustibles y lubricantes, fármacos, máquinas y equipamientos industriales. Estos últimos son los llamados bienes de capital que requiere la industria local para producir otros bienes, sean intermedios o de consumo. En esta categoría también caben los camiones para la minería o las máquinas para fabricar artículos de plástico, por ejemplo.
Del total de compras chilenas realizadas el año pasado por Chile en la UE, el 80% correspondió a bienes intermedios y de capital y el 20% restante a bienes de consumo (US$ 2.132 millones).
Principales obstáculos La Dirección Económica de la Cancillería (Direcon) reconoce que en estos 10 años Chile ha tenido que adecuarse a una serie de requisitos de la Unión Europea, para que nuestros productos puedan ingresar a un mercado muy exigente, tales como regulaciones sanitarias y fitosanitarias y normas técnicas, entre otros. Sin embargo, la UE ha tenido una gran disposición para ayudar a los chilenos a superar estas barreras. Ha sido una relación muy estrecha con la UE, lo que ha permitido que, en estos 10 años, los obstáculos que se presentan son los mínimos y cuando suceden se trabaja en conjunto para lograr solucionarlos.
Es más, se destaca que existen canales formales, muy expeditos, para despejar las barreras. Durante los comités que se llevan a cabo, que son las instancias formales, se da la oportunidad para presentar las inquietudes de ambas partes cuando se considera que están existiendo trabas al comercio. Asimismo, existe una coordinación constante con todas las direcciones de la Comisión Europea y con la Delegación de la Unión Europea en Chile, con quienes se van abordando diariamente las dificultades que se van presentando.
Entre los principales desafíos que debe asumir Chile para aumentar sus exportaciones a la UE, destacan los esfuerzos para incrementar la inversión local en investigación y desarrollo, o sea, en innovación, de tal mane ra que aumente la oferta de productos con mayor valor agregado. A esto suma las crecientes exigencias medioambientales, como por ejemplo las normas para reducir la huella de carbono de los productos.
En tanto, el gerente de Comercio Exterior de Sofofa, Hugo Baierlein, sostiene que uno de los temas importantes para que productos manufacturados ingresen a la UE, es el cumplimiento de los estándares de calidad exigidos en este bloque. «Cumplir con una norma de calidad para Europa tiene un coste, económico y, en general, las empresas medianas y pequeñas tienen un estándar basado en los países de América Latina». Dice que otro tema es la escasa oferta exportable (volumen) con que cuentan las empresas chilenas, lo que podría superarse asociando a productores de un mismo rubro. Sin embargo, se lamenta de que «en Chile no hay mucha cultura para la asociatividad».
Comercio bilateral El intercambio global entre ambos socios se empina sobre los US$ 22.000 millones y hoy la Unión Europea es el tercer socio comercial de Chile, después de China y Norteamérica. Esta estructura tampoco es muy distinta a la que existía hace 10 años, aunque a lo largo de esta década las exportaciones chilenas hacia la Unión Europea se han expandido a una tasa anual promedio del 11%, mientras que las importaciones lo han hecho a un ritmo del 13%. Así y todo, la balanza comercial sigue favoreciendo a Chile. Lo relevante de esto es que el 91,8% del intercambio goza de arancel cero, lo cual significa una importante ventaja en precios para ambas partes.
El año pasado, Chile le vendió a la UE US$ 11.970 millones, cifra inferior en 17% respecto de 2011. Para 2013 se prevé que el resultado sea similar, debido a la crisis que aún afecta a la economía del Viejo Mundo.
Flujo de capitales Los europeos tampoco le han sacado partido a este acuerdo, quizás porque sus bienes manufacturados son más caros, y, por lo tanto, menos competitivos que los asiáticos y norteamericanos. Lo nuevo para ellos en estos 10 años ha sido el aumento en el flujo de capitales hacia nuestro país, representando éstos el 33,7% del stock de inversión extranjera directa en Chile, con US$ 30.454 millones, en su mayor parte orientados a la minería y al sector servicios.
A su vez, las inversiones chilenas que han tomado posición en países de la UE totalizan US$ 9.400 millones. Esta cifra corresponde al 12% del stock de inversiones chilenas en el exterior, que el año pasado alcanzó a US$ 73.267 millones. Esto indica que en este ámbito habría una importante brecha de oportunidades para crecer, aprovechando el alero legal e institucional que permite el acuerdo de asociación con la UE.
Dentro del intercambio de servicios se incluyen las facilidades para el tránsito de personas. Los chilenos no requieren visa para ingresara algunos de los 28 países que forman parte de la Unión Europea (hace 10 años eran 15), lo que da pie a otro gran potencial en el plano del turismo y los viajes de negocios. Lo mismo ocurre para los ciudadanos europeos que requieren viajar a Chile. En este aspecto el crecimiento también ha sido lento. El año pasado, del total de 3,5 mi I Iones de visitantes extranjeros que llegaron a Chile, sólo el 11,6% provino de Europa, mientras que la mayoría absoluta provino de países de Sudamérica (Argentina, Perú, Bolivia, Brasil, y Colombia, entre los más asiduos). Entre los visitantes europeos que más visitaron Chile el año pasado están españoles, alemanes y franceses.+
Fuente : La Segunda