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Castroy un mall lleno de lecciones

Castroy un mall lleno de lecciones
9 marzo, 2012

Nadie quedó indiferente cuando la semana pasada se divulgaron las imágenes de la avanzada construcción del Mall Paseo Chiloé. El tamaño del proyecto y su estratégica ubicación en medio del casco histórico de la ciudad llamaron la atención en las redes sociales y pronto la discusión se hizo masiva.

Según los datos del proyecto publicados por Pasmar, la dueña del futuro mall y responsable también de varios centros comerciales en Puerto Montt y la construcción de uno en Puerto Varas, son 33.727 metros cuadrados construidos que incluyen tres pisos de estacionamientos subterráneos, tres plantas de tiendas de retail, uno de patio de comidas y juegos, y una torre donde se proyecta un hotel.

Muchos de los habitantes de Castro están de acuerdo con su construcción. Las lluvias y los escasos comercios que están en la isla limitan sus posibilidades y aún más en invierno. Pero las voces que alertan la dicotomía entre el clásico aspecto de las edificaciones en la isla y la imponente fachada del mall creen que la modernidad pudo llegar de una mejor manera.

«No es una cuestión romántica que el centro del país quiera mantener esta imagen turística folclórica de Castro. Para nada», dice el presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, Luis Eduardo Bresciani. «Castro es una ciudad que tiene que desarrollarse, que tiene que mejorar su calidad de vida. Me parece muy legítimo que lo haga, pero no así».

En Pasmar declinaron hacer comentarios sobre el mall en Castro.

Esto o nada


La mayoría de los malls en Chile son similares. «Son unos bunkers», enfatiza Bresciani. Lo cierto es que en general no utilizan luz natural para evitar posibles daños a los productos en su interior, por lo que carecen de ventanas y hacia afuera se perciben principalmente como grandes muros cerrados. Y en Castro la construcción es parecida a la cualquier otro mall, pero alejada por completo de su entorno.

«El tema es cómo se hizo, por qué se hizo ahí. El tema no es que nos opongamos a un centro comercial en Castro, creemos que es de toda justicia que lo deseen», dice el presidente del Colegio de Arquitectos. «Pero para tener un centro comercial les dicen `es esto o nada´».

A juicio del experto, Paseo Chiloé es un edificio de un tamaño desproporcionado respecto a su entorno. «Su escala no tiene nada que ver con el contexto donde está, y eso evidentemente es una agresión».

Lo segundo, y también crucial, es el lenguaje arquitectónico del contexto donde se inserta el mall, lo que, en el caso de Castro es incluso más relevante, ya que en toda la ciudad es similar. «No me refiero a que se use madera ni forma de palafitos, sino un lenguaje estéticamente similar», comenta.

A la chilena


Castro no es la primera ciudad donde la arquitectura de un nuevo edificio tiene que armonizarse con la de sus vecinos (ver galería). En Boston, por ejemplo, cuando se construyó en 1974 el edificio del Christian Science Center, que por su altura contrastaba con el resto de la ciudad, representantes del municipio, los inversionistas y los ciudadanos se reunieron y, para permitir la edificación, se construyó un parque para compensar a los habitantes del sector.

En el caso de Chiloé, según Bresciani, para hacerlo bien, había que reestructurar el lugar o la magnitud de la construcción. Si se requería un edificio así de grande, había que ubicarlo en un lugar con un menor impacto. Y para construirlo ahí, había que diseñarlo en una escala más adecuada con su contexto.

También se podrían haber explorado opciones como la construcción subterránea. «Toda la parte comercial podría haber estado para abajo, y se nos acababa el muro. Se podría haber hecho un edificio mucho más transparente para la calle», dice.

Pero el problema no se acaba en Castro. También hay preocupación por el futuro mall que se construirá en Valparaíso, en el Muelle Barón, que podría afectar la imagen tradicional del puerto. «Esto sigue ocurriendo porque tenemos una legislación que no da para más», recalca Bresciani. «Hay que sentarse, hay que mirarla, hay que hacerla mucho más participativa, hay que involucrar a las comunidades locales».

«Lo que interesa es tener mucho sentido común y después ser lo más bondadoso posible con las personas», enfatiza.

Fuente : El Diario Financiero