Chilenos subprime
El presidente del Banco Central, José de Gregorio, lo dejó claro la semana: no hay una crisis de sobreendeudamiento ni está en riesgo el sistema de pagos. Pero sí hay un grupo de personas que se acostumbró a vivir con más de lo que tiene y que hoy aparece con la soga al cuello. La Polar dejó a varios al descubierto. Personas que compraron un plasma, un playstation o una lavadora, gracias al acceso al crédito que les facilitó la multitienda, pero que por alguna razón no pudieron pagar.
Según el último Informe de Estabilidad Financiera del Banco Central (IEF), se trata del 4% de la población, que paga el 75% de su ingreso anual en deudas y que gasta 20% más que su ingreso mensual.
Pero no es la única estimación. Según el estudio realizado por el economista Jaime Ruiz Tagle y Marcelo Fuenzalida en 2009, un 9,5% de los hogares vive con un margen financiero negativo; es decir, no logran que su ingreso les alcance para financiar sus deudas y gastos del mes. De hecho, se les va el 75% de su sueldo anual en pagar sólo cuotas de créditos. Y aunque se trata de un grupo acotado, su participación en la deuda total no es menor: alcanza el 16,1% del total de lo que deben todos los hogares del país.
Se trata, en su mayoría, de familias de bajos ingresos que no superan los 90 mil pesos per cápita al mes y están más expuestas a dejar de pagar en caso de perder su empleo o contraer alguna enfermedad. En la industria del retail estiman que, del segmento C3 y D, ese porcentaje de morosidad bordea el 15%.
Son los chilenos subprime. Aquellos que tienen deudas de alto riesgo y que frente a cualquier imprevisto pueden verse impedidos de cumplir sus obligaciones financieras. Los mismos que, en la mitad del escándalo La Polar, miran con recelo(y con razón, por cierto) las casas comerciales y todo el mercado del crédito, que en las últimas semanas ha estado de cabeza revisando sus registros de morosos y revisando sus prácticas.
Un grupo que es pequeño, pero que de seguir creciendo podría complicar el mercado del crédito y a sus prestadores.
Un negocio de 36 mil millones de dólares
En medio de las tensiones en el mercado, todos los ojos se volvieron al negocio del crédito. La facilidad con que se otorgan préstamos rápidos, avances en efectivo, reunificaciones de deudas y diversas fórmulas de financiamiento, especialmente a sectores de mayores riesgos, fue severamente cuestionada en las últimas semanas.
Y es que, apenas se conoció el problema de la cadena que presidía Pablo Alcalde, volvió a reflotar en el sistema financiero –e incluso en el gobierno– la duda sobre los reales niveles de endeudamiento de los chilenos. Sobre todo, por la escasa información que existe respecto de su carga financiera en cada uno de los distintos oferentes de crédito.
En Chile, los bancos pueden conocer la deuda de los clientes del sector, pero no la que han contraído con casas comerciales, financieras automotrices, cajas de compensación o cooperativas de crédito.
Según un estudio de Gemines Consultores, el mercado de créditos de consumo asciende en el país a 36 mil millones de dólares. El 54% es manejado por la banca, en forma directa o a través de sus divisiones de consumo. El resto se reparte entre casas comerciales, financieras automotrices, cooperativas y cajas de compensación. Por eso que diversos agentes del sistema financiero consideraron de tanta urgencia conocer la evolución del endeudamiento de los usuarios de crédito. Sobre todo, los que podrían ser más vulnerables.
Y las respuestas llegaron por la tarde del lunes 20. En la comisión de Hacienda del Senado, el Banco Central entregó su Informe de Estabilidad Financiera, donde informó que los créditos de consumo en bancos y grandes tiendas encabezan el ranking de compromisos financieros de los hogares, con 11,8% y 10,4%, respectivamente. De acuerdo con el informe, la deuda total de los chilenos en el primer trimestre de este año creció 8,4% respecto de los tres primeros meses de 2010 y se aclaró que no hay sobreendeudamiento en las familias.
Sergio Arancibia, socio de Gemines Consultores, sin embargo, dice que hay que estar alerta. «Hacia adelante, la deuda de los hogares seguirá creciendo, dado el mayor ingreso per cápita. Es común limitar a 15% de la renta personal el máximo crédito de consumo a otorgar, por lo cual todas las familias que estén sobre ese promedio enfrentarán crecientes problemas para obtener financiamiento, en cualquier modalidad hoy ofrecida», advierte.
En todo caso, Chile aún se encuentra lejos de los niveles de países desarrollados. «En Reino Unido, Japón, Estados Unidos y Canadá, la tasa de endeudamiento es superior al 100%, contra el 68,6% de los hogares de Chile entre créditos de consumo e hipotecarios», afirma Mariela Osorio, directora de Ingeniería Comercial de la Universidad del Pacífico. Chile está más cerca de los niveles de Hungría, Polonia y México, si se considera la deuda de los hogares por el PIB per cápita, según los informes del Banco Central.
Vivir de prestado
¿Cómo no irse de vacaciones al extranjero o no comprar un celular de última generación? La suma de estas y otras tantas preguntas ha llevado a numerosas familias, sobre todo de los segmentos C3 y D, a apuntarse al crédito. En estos segmentos la capacidad de consumo también se ha transformado en una señal de identidad. «Lo que en los hogares estadounidenses es un estilo de vida, en Chile se ha convertido en un fenómeno reciente», dicen en la banca.
Según los análisis de una de las mayores casas comerciales, la deuda ha avanzado progresivamente desde el 20% al 50% y 60% de la renta de algunos hogares en los últimos años. Sólo la crisis frenó la escalada, pero el buen clima económico y la creación de puestos de trabajo trajeron nuevo bríos a la demanda.
En promedio, la banca sólo presta el equivalente a más de tres veces el ingreso de una persona para créditos de consumo a 18 meses. En las tiendas los cupos de las tarjetas equivalen a algo similar, pero el deudor puede cuotear su pago hasta en 36 meses y, a medida que va cancelando, realimenta su cupo. La teoría económica dice que en deudas de consumo de hasta 24 meses la gente no tendría que deber más de 5 veces su sueldo. En todo caso, enfatizan en ambas industrias, lo común es que la gente se endeude a 9 meses.
En tiendas como Hites la obligación promedio por cliente es de 234 mil pesos a mayo, según indica en un reciente informe a la Super de Bancos. Otros retailers de ese tamaño y segmento (C3–D) afirman poseer una deuda promedio de alrededor de 180 mil pesos y a plazos de 5 meses. En los retailers más grandes, la deuda es un poco mayor –algunos declaran promedios entre 300 y 400 mil pesos– y en plazo similares.
Sin embargo, hay familias que, por ignorancia o indiferencia, desconocen su verdadera carga financiera. Actualmente se multiplican las ofertas de créditos al consumo y, tarjeta de crédito en mano, la gente va dando rienda suelta a su frenesí comprador. Desde avances en efectivo hasta un endeudamiento del que incluso algunos ni siquiera conocen las reales cifras.
«Es llamativo que la deuda en tarjetas de casas comerciales sea muy similar para hogares de distintos ingresos. Y un hogar con un ingreso promedio de poco más de 600 mil pesos, tiene más dificultades para pagar deudas de casas comerciales de un cuarto de millón y deuda bancaria de consumo de medio millón de pesos, que son los valores aproximados que aparecían en la Encuesta Financiera de los Hogares hace algunos años», sostiene Manuel Sánchez, profesor e investigador de la facultad de Economía y Negocios de la UDD.
Pagar dos o tres veces
El desconocimiento es enorme, pese a que los precios de algunos créditos son más elevados, como consecuencia del riesgo implícito en el deudor. En promedio los créditos con tarjeta van desde el 12% anual hasta el 50%, dependiendo del emisor. Con ello, las empresas pretenden cubrirse las espaldas frente a posibles impagos. El problema es que a veces la gente no sabe que un crédito al 2% en 48 cuotas, equivale a pagar dos veces el monto inicial.
«Las tarjetas de casas comerciales, que usualmente son más caras en términos de tasa de interés, poseen una cartera más grande que las tarjetas de crédito bancarias. Entonces, una tenencia de deuda aparentemente moderada puede dar lugar a cuotas que son muy difíciles de pagar en la práctica. Una regla común en el sector es que las cuotas de todas las deudas de un hogar no deberían superar el 30% o 35% de sus ingresos», apunta Sánchez.
Pero en el retail retrucan que estos créditos desempeñan un papel muy importante en la economía y para la formalización financiera de la gente de menores recursos. «Al ser de montos bajos y de un peligro de no pago más alto, es lógico que tengan un interés alto», afirman en la industria.
«Ha sido un cambio muy rápido, y la cultura financiera de muchos consumidores chilenos no está preparada para esas campañas agresivas que les dirigen desde todos lados», reconocen en la división de consumo de un banco.
Sin embargo en el retail están conscientes de que todo este cuestionamiento va a obligar a modificar pautas. Prácticas como otorgar créditos a jóvenes universitarios que no generan ingresos o abrir cupos con apenas el RUT debieran cesar.
El chileno paga, aunque sea tarde
No obstante, la valoración de la economía familiar de los consumidores no es tan negativa. El economista Rafael Garay añade que éstos son bastante más racionales de lo que se cree y que «en general el chileno es buen pagador, en especial las mujeres, que son ordenadas y responsables».
Según diversas fuentes consultadas, el chileno promedio está al día. Se endeuda eso sí para poder llegar a fin de mes, pero paga sus cuentas. Lo sucedido en La Polar, en que la gente dejó de cumplir sus obligaciones, es sólo el resultado de un abultamiento de la cartera de morosos que fue maquillado mediante renegociaciones unilaterales. Pero eso es jugar fuera de las reglas.
«La población mantiene un buen nivel de cultura crediticia, especialmente en los niveles de ingresos socioeconómicos medios y bajos», añade Nelson Jofré, gerente general de la cooperativa Oriencoop.
Según cifras de la banca, el riesgo de no pago fluctúa entre 5% y 8% de los créditos de consumo, mientras que en el comercio la tasa sube a 15% y 20%. Claro que si se miran los préstamos que acumulan 90 días sin pagar, se concluye en que son menos del 4% de la cartera. «Es una cifra muy positiva. A nivel de la industria financiera regulada, se puede ir midiendo esta tendencia, y las cifras publicadas muestran que en el 80% de las colocaciones de consumo la banca ha mantenido y luego disminuido su riesgo en estos dos últimos años, mientras que en el 20% restante el riesgo subió 2% el 2009 pero se ha mantenido en en 2010», reafirman en el sistema financiero.
Repactar o embargar
En Chile, si una persona no cumple con sus pagos en un máximo de 180 días entra en los ficheros de morosos de Dicom, donde se estima que ya está el 10% de los hogares nacionales. «Dado que caer en mora y tener un registro negativo en Dicom es muy perjudicial, es lógico pensar que quienes incurren en impago lo hagan porque simplemente no les alcanzan sus ingresos. Esto ha obligado a un aumento de atrasos y repactaciones, pero la conducta de muchos hogares sigue siendo ejemplar en cuanto al pago de deudas», advierte Sánchez.
En las repactaciones, tanto en la banca como en el retail, se impone la lógica del cese de cualquier crédito y los clientes sólo pueden volver a endeudarse tras haber cancelado todo el compromiso. A eso se suma que no saldar las deudas dificulta que la persona acceda a un nuevo trabajo y créditos en el futuro. Y que para salir de Dicom hay que esperar cinco años, que es el plazo en que se borran los deudores morosos del registro.
Pero si se niegan a pagar sus obligaciones las salidas no son muchas. En Chile, a diferencia de EEUU, no existe la quiebra para los hogares. Los estadounidense pueden, al igual que una empresa, declararse en bancarrota, lo que significa que deben entregar sus activos para que se repartan entre sus acreedores. Después de eso quedan sin deudas. Aquí, en cambio opera el embargo. Cuando una persona no paga, le llega una carta judicial en que le indican que si no se acerca a regularizar su situación, ya sea al banco o a la casa comercial, irán a su casa a quitarle sus bienes. A través de ese mecanismo de presión, son varios los que llegan a acuerdo individuales y pactan con sus acreedores para pagar aunque sea una parte de sus obligaciones.
Fuente : Capital