La oportunidad de los bonos de carbono
En los últimos años el tema del cambio climático y sus efectos ha ido escalando posiciones en la agenda. Y es que tanto estudios internacionales como nacionales han señalado que el país sufrirá en el futuro aumentos en sus temperaturas medias y cambios en el régimen pluvial, lo cual impactará, de mayor o menor forma, una serie de sectores productivos. Se estima que en Chile estos efectos podrían generar pérdidas económicas equivalentes al 1,1% anual del PIB. A estos impactos directos habría que añadir los efectos económicos negativos generados por la potencial pérdida de competitividad que podría tener el país en el supuesto de no lograr transitar hacia una economía baja en emisiones de carbono.
Justamente reconociendo la difícil misión que tienen los países en vías de desarrollo para transitar hacia una economía baja en carbono, se crearon, como parte del Protocolo de Kyoto, tres mecanismos de mercado, más conocidos como mecanismo de flexibilidad.
Entre los más utilizados se encuentra el Mecanismo de Desarrollo Limpio, más conocido como MDL, que apoya la promoción de proyectos que permiten reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en países en desarrollo, recibiendo créditos, es decir, bonos de carbono por cada unidad equivalente de reducción de emisiones que los países desarrollados, que hayan ratificado el Protocolo de Kyoto, pueden contabilizar como complemento a sus reducciones domésticas.
Durante el año 2008, dentro del esquema de MDL, se intercambiaron 389 millones de toneladas de CO2 en el mundo, equivalentes a 6.500 millones de dólares. A febrero de 2010, el 22% de los proyectos registrados correspondían a ideas que se implementarán en América Latina y el Caribe. En ese contexto, 36 proyectos registrados como MDL son chilenos y están enfocados a la generación hidroeléctrica, bioenergía y la captura de metano a partir de residuos. Las reducciones de emisiones que se prevén derivan de la implementación de estos proyectos que totalizan unas 28 millones de toneladas de CO2 al 2012 que, conforme al precio al que cotizan actualmente los bonos de carbono en el mercado secundario, aproximadamente unos 15 dólares, equivaldrían a ingresos cercanos a los 420 millones de dólares.
En Chile, existen importantes iniciativas públicas y privadas que han generado reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero. Todas estas tienen el beneficio adicional de generar utilidades que van más allá de la reducción de emisiones, entre las cuales destacan la optimización de procesos industriales, la reducción del consumo energético debido a una mayor eficiencia, la generación de energía con recursos propios y renovables, y el mantenimiento de la competitividad a nivel internacional.
¿Adónde nos lleva todo esto? A generar una oportunidad país. Y es que todas estas iniciativas tienen el beneficio adicional de generar utilidades que van más allá de la reducción de emisiones. Hoy, la competitividad a nivel internacional en esta materia está relacionada a reducir la huella de carbono de los productos exportados hacia diferentes mercados, los cuales están crecientemente preocupados por las emisiones que estos productos generan en su ciclo de vida, es decir, desde su producción, transporte, comercialización y disposición final.
De acuerdo con la experiencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para generar dinamismo en este mercado es importante ir desarrollando paulatinamente confianza y sensibilizar a los actores relevantes del ámbito público y privado, para que puedan visualizar las oportunidades que brindan los mercados de carbono, facilitando el acceso a los recursos financieros y anticipándose a la creciente influencia de estos mercados en la agenda comercial de los países.
Empresas como Metro o instituciones como el Programa País de Eficiencia Energética (PPEE), han venido trabajado con el BID en la identificación de estas oportunidades, encontrándose en tramitación diversos proyectos y programas que pueden generar bonos de carbono.
Sin embargo, un tema vital es realizar esfuerzos orientados a la medición, registro y monitoreo de la evolución de las emisiones. Y es que la medición de la huella de carbono de una empresa, producto, servicio o institución va a ser un requisito creciente, más aún para países exportadores como Chile. En esta senda, empresas como la cadena de supermercados Tesco en Inglaterra, ya está progresivamente midiendo la huella de carbono de los productos que comercializa y exigiendo
su reducción en un 30% hacia el 2020.
¿Es este el futuro del mercado de carbono? Ciertamente en el corto plazo la promoción de proyectos y programas que generen reducciones de emisiones transables seguirá siendo la fórmula que acapare la mayor parte del desarrollo de estos mercados, pero nos tenemos que preparar para lo que muy probablemente ocurra en el mediano o largo plazo, donde el carbono tome un valor en sí mismo y donde este valor pueda afectar o beneficiar la productividad de un país, sector o producto. No olvidemos que el cambio climático es un fenómeno que ha venido para quedarse, uno de los retos más importantes a los que nos enfrentamos y uno de los temas con más fuerza actualmente en la agenda mundial.
Fuente : Poder