Hace años que en esta columna comento de los valores humanos, como respeto, responsabilidad, honestidad, humildad, espíritu de servicio y otros tantos que son base esencial de la cultura y del modelo que los líderes deben promover, pero que varios con frecuencia olvidan, lo que se advierte en actitudes y conductas reñidas con el buen trato, la relación personal y calidad de vida que exige una sociedad libre y progresista.

Pero existen otros valores que nos identifican como nación; expresiones y aires costumbristas, juegos, homenajes, desfiles, que renacen en Septiembre con especial sello de chilenidad, generando sentido patrio. Es grato ver cómo las empresas, desde las pequeñas hasta las más potentes, invierten en acciones de festividad. Al visitar una empresa en estos días se respira algo diferente…es la atmósfera de los valores de la patria.

Pueden existir restricciones de presupuesto, pero no se escatima en destinar fondos para celebrar las «fiestas dieciocheras», ya sea con un almuerzo o encuentro con el personal en la misma empresa, donde no faltan la empanada y el vino o la chicha, todos ingredientes del más típico sabor chileno, junto al sonido de nuestra música, que el resto del año casi desaparece.

Se privilegia y difunde lo propio del país, lo que nos representa ante el mundo. El traje de huaso surge en los colegios, para que los niños sepan de tradiciones; banderas y guirnaldas tricolores engalanan vehículos, viviendas y los sitios más modestos; el sonido de tonadas y cuecas invade supermercados, grandes tiendas y hasta el almacén más sencillo en todo rincón del territorio, lo que incrementa el espirito de nación que debemos afianzar como algo permanente, junto a los valores humanos que añoran su mes de celebración.

Fuente : Estrategia