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Los planes del pionero

Los planes del pionero
8 diciembre, 2013

Tan significativo como posicionarse entre las’lO compañías de consumo masivo más importantes del mundo, ha sido el desafío que Unilever afrontó para hacer del desarrollo sustentable un eje esencial de su crecimiento. Una tarea compleja para una multinacional con un ritmo de transacciones en torno a 1.700 ventas por segundo y clientes que se empinan por sobre los 150 millones de personas en los más de 150 países donde tiene presencia.

Hace 100 años, esta empresa de origen británico–holandés ya había dado nuestras de su capacidad de innovación levantando las primeras fábricas de margarinas –alternativa más sana que la manteca utilizada en la época– y posteriormente con el lanzamiento de Lifebuoy, el primer jabón orientado al cuidado de la salud que marcó un hito en la promoción de la higiene y prevención de enfermedades.

Los orígenes de una vocación que llevó a una temprana inclusión de los criterios de sustentabilidad en la estrategia de negocios del conglomerado, cuya huella de carbono proviene en un 60% del uso de sus productos por parte de los consumidores.
«Para nosotros, la estrategia y conocimiento sobre la sustentabilidad está incorporada desde hace años, desde antes de que tuviera un nombre, a lo largo de toda la cadena de valor de un producto, es decir, desde la obtención de las materias primas, pasando por el diseño, producción, comunicación y consumo», puntualiza el director gerente general de Unilever Chile, Sebastián Wodka.

Con más de 80 años de presencia en nuestro mercado, la compañía lanzó a fines de 2010 su Plan de Vida Sustentable, que materializó un trabajo de preparación de años estableciendo tres grandes ejes de acción: definición de la sustentabilidad como un motor de crecimiento, aplicación a través de toda su cadena de valor y «reconocer que no podemos abordar los grandes temas solos, por lo que nos asociamos con otros –gobiernos, ONG, clientes, proveedores y competidores– para conseguir mejores soluciones», explica el ejecutivo Wodka. En Chile, agrega, la firma desarrolla este último punto en un trabajo con entidades como Fundación Integra y Red de Alimentos.

En la aplicación de estos planes destacan los avances en ámbitos como la reutilización de envases, reducción de gases de efecto invernadero (GEI), ahorro de agua y profundización de las fuentes sustentables. Y uno de los puntos más altos lo marcó la transformación de su fábrica de Panamericana en la primera de estándar Zero Landfill –que no vierte residuos en rellenos sanitarios– hito al que se sumaron su planta de Carrasca’ y el centro de distribución de Lampa a mediados de este año.

LA EMBESTIDA CONTRA LOS RESIDUOS

El alto nivel de transacciones de Unilever implica un gran reto para su estrategia verde, cuya visión busca integrar la sustentabilidad a la operación del negocio.

Esto llevó a la compañía a alinear sus centros de producción y distribución –que se concentran en la Región Metropolitana– a sus planes corporativos impulsados desde 2010. Fue así como la fábrica de alimentos Panamericana, ubicada en la comuna de Conchalí y que funciona desde 1989, comenzó hace cuatro años un proceso que la convertiría en la primera de Chile en cumplir oficialmente el estándar Zero Landfill. De esta manera, la planta ya no vierte residuos en rellenos sanitarios, sino que reduce, recicla y reutiliza el 100% de las 2.700 toneladas de desechos producidos en sus procesos industriales (según índices de 2012).

«Esta iniciativa forma parte de uno de los objetivos a nivel latinoamericano del Plan de Vida Sustentable de Unilever, que es que para el 2015 todas nuestras plantas de la región sean Zero Landfill», relata Wodka.

En 2009, el 63% de los residuos de esta fábrica tenían como destino final los rellenos sanitarios, en tanto el porcentaje restante era reciclado, principalmente cartón papel, plástico y metal. Y en 2010 se generaron 12 kilos de residuos por cada tonelada de producto terminado, número que en 2012 bajó a 5 kilos con una reducción del 60%.

En la actualidad, de la producción anual del recinto de Panamericana, que suma 70 mil toneladas entre aderezos, salsas, margarinas y té, el 65% de sus residuos se destinan a compostaje, el 17% a reciclaje y el 18% a co–proceso, con lo cual los envíos a rellenos sanitarios desaparecieron. Entre los destinatarios finales están empresas como Sorepa (papel y cartón), Armony (compostaje) y Coactiva (co–procesos/Polpaico).

Y esta misma planta se encuentran en pleno proceso de cambios con el reemplazo de motores convencionales por otros de alta eficiencia, la renovación de sus calderas para reducir la demanda energética, la creación de una sala de lavado manual para disminuir en un 30% el consumo hídrico y un proyecto de recuperación de agua de condensado.

Pero estos procesos enfocados en la producción son sólo una parte de las acciones aplicadas en toda la, cadeña de valor. En Unilever saben que el mayor impacto se da en la utilización y disposición final de los residuos de parte de los consumidores, por lo que allí tienen «el desafío de generar nuevas tecnologías, de educar en usos y cambio de hábitos de consumo, que en muchos casos se encuentran bastante arraigados en la población.

Por ejemplo, migrar del uso de productos convencionales a concentrados o compactados», explica el director gerente general de la compañía en Chile.

CARRASCAL Y LAMPA EN LA RUTA

No sólo en la fábrica de Panamericana se están aplicando profundas transformaciones en las operaciones de la multinacional, sino que los cambios se extendieron a su planta de productos para el hogar de Carrascal y al centro de distribución de Lampa.

En la primera instalación –que produce detergentes, lavalozas y limpiadores– generó en 2012 un total de 1.300 toneladas de residuos, de las cuales 66 toneladas iban a parar a relleno sanitario. Pero desde mediados de julio pasado, esa cifra es cero ya que son repartidos a diferentes destinatarios especialistas, como la empresa Ecológica que, por ejemplo, enfarda y luego exporta los desechos plásticos a China, donde los utilizan como materia prima de diversos productos. Y en el caso de los metales, son llevados por esta firma a Gerdau Aza para fundirlos y reutilizarlos como insumos para la elaboración de acero.

Algo similar ocurre en el centro de distribución de Lampa, que mensualmente genera 42 toneladas de residuos, 18 de las cuales se colocaban antes en rellenos sanitarios, pero que desde que opera bajo la certificación Zero Landfill se redujeron ahora a cero. Los desechos fueron clasificados en recuperables valorizables y no valorizables, destacando en el primer ítem los plásticos flexibles y rígidos, Strech Film, metales y papeles y cartones, mientras que el segundo incluye madera, residuos orgánicos y co–proceso.

«Pero el desafío no termina aquí. Seguimos trabajando en mejorar el destino de nuestros residuos de modo de aumentar la cadena de valor de los mismos a través de la reutilización, donde hemos visto que hay grandes oportunidades para el desarrollo de emprendimientos empresariales», resalta el ejecutivo.

PLANES PARA BAJAR LAS EMISIONES

En su último reporte de sustentabilidad, Unilever proyecta disminuir a la mitad el impacto de sus emisiones de GEI a nivel mundial al 2020, tarea ambiciosa si se toman en cuenta sus más de 400 marcas. En Chile, el aterrizaje de esta iniciativa se ha materializado en una serie de innovaciones en sus procesos productivos, como la campaña «Por un Planeta Más Limpio».

Enfocado en la categoría «Laundry» (detergentes y suavizantes), este plan incluye un cambio de formulación de los purificadores para hacerlos más amigables con el medioambiente, permitiendo reducir en un 38% la emisión de dióxido de carbono, lo que equivale a una rebaja de 378.000 toneladas, cifra que corresponde a 104.400 autos menos circulando en las calles.

En cuanto a la disminución de este ítem en sus diversas plantas, Wodka asegura que los resultados son positivos y alineados con el programa global. «Contamos con procesos de eficiencia continuos que, incluso, se miden con variables de performance, vinculadas a metas del Plan de Vida Sustentable, relacionadas ala disminución de impacto y apuntamos a mejorarlas año a año», afirma.

La fábrica de Carrascal es representativa de este esfuerzo, ya que logró bajar en 17% sus emisiones de CO2 entre 2011 y 2012. Para ello, optimizó los parámetros operacionales para mejorar la eficiencia del secado del polvo de los detergentes, al tiempo que realizó cambios en la tecnología de combustión en el horno y reducción de tiempos «muertos» operacionales.

Así, desde las 9.300 toneladas de CO2 producidas el año pasado, para el cierre de 2013 proyecta una reducción del 10% a 8.400 toneladas.

Por su parte, la planta de Panamericana tiene el 90% de sus luminarias eficientes, cambió la fuente de sus grúas horquillas desde gas a eléctricas, bajó en un 90% las emisiones de NOx y mejoró su gestión logística, reduciendo los viajes y emisiones de GHG. «Por otro lado, la no disposición de residuos a relleno sanitario ha evitado, e impedirá, la emisión anual de alrededor de 900 toneladas de CO2 equivalente al ambiente», resalta el ejecutivo.

MÁS FUENTES SUSTENTABLES

Apostar por un crecimiento sustentable es un desafío que involucra no sólo a Unilever; sino también a proveedores y colaboradores de sus distintas áreas. Sobre el efecto de la estrategia sustentable en términos de beneficios económicos para la compañía, Sebastián Wodka destaca que la obtención de materias primas desde fuentes sustentables representa un buen negocio a mediano plazo. «Siguiendo ese pensamiento, a nivel local en 2012 invertimos más de $ 400 millones en varias iniciativas que junto con generar un ahorro en materias primas, nos permitieron alcanzar una mayor eficiencia en los procesos y en esta línea seguiremos trabajando hacia adelante», indica.

El compromiso de la empresa con este plan queda de manifiesto en sus objetivos de largo plazo. Para 2020, la meta es que el 100% de sus materias primas agrícolas provengan de fuentes sustentables, con una progresión que llegó a niveles de 30% en 2012 y que apunta a cumplir el 50% en 2015, Wodka asegura que la meta va muy bien encaminada, ya que este año partió con un cumplimiento del 36%.

Este esfuerzo tiene otra derivada en términos de mejorar las garantías para la seguridad de los suministros y su cadena de abastecimiento a largo plazo con la incorporación de fuentes certificadas y proveedores responsables. La primera etapa está enfocada en diez grupos de materias primas agrícolas principales, donde se busca la certificación de origen y el seguimiento de un Código de Agricultura Sustentable. «Esto representa alrededor de dos tercios de nuestro volumen de producción: aceite de palma, papel y cartón; soja, el azúcar, té, frutas y hortalizas, aceite de girasol, aceite de colza, ingredientes lácteos y el cacao», puntualiza el ejecutivo.

En este sentido, una de las líneas destacadas es el té Lipton, en la cual proyectan que en 2020 contará con un 100% de abastecimiento de plantaciones certificadas y sustentables. Y para 2015 espera tener la garantía Rainforest Alliance CertifiedTM en toda la producción de esta bebida.

CRECE REUTILIZACIÓN DEL AGUA

En 2012, Unilever reutilizó el 18,54% del agua empleada en sus procedimientos locales, un 5% más que en 2011. Una de las iniciativas centrales en esta línea se implementó el año pasado en la planta de Carrascal con el inicio del reciclaje del agua de lavado de la fábrica de lavalozas en los procesos de detergentes en polvo. Y en este ejercicio, reutilizará casi la totalidad, adelantan en la firma.

«También en 2013 optimizamos la planta de generación de vapor, lo que nos permitió ahorrar 1.000 m3 por mes. Y ahora estamos trabajando en un proyecto para la recuperación de escapes de vapor de los procesos, para ocuparlos en ambas plantas (detergentes y lavalozas–limpiadores)», señala Wodka.

Y en la fábrica de Carrascal, el consumo de agua de 90 mil m3 de 2012, disminuyó a 70 mil m3 en 2013.

La planta de Panamericana se unió a estos planes con iniciativas como la construcción de una nueva sala de lavado manual, la implementación de circuitos de agua cerrados en el área de salsas, la recuperación liquido de condensado y el cambio de ablandadores, con lo que esperan disminuir el consumo en alrededor de 11.000 m3/año hacia 2014.

Otra área importante es la reducción y reutilización de envases, con metas regionales para todo el Cono Sur. El director gerente general de Unilever afirma que la meta para 2020 es «reducir en un tercio el peso de los envases que utilizamos, a través de materiales más ligeros, optimizando la estructura y material del diseño, desarrollando versiones concentradas de nuestros productos y eliminando los materiales de embalaje innecesarios».

Asimismo, la empresa está introduciendo el formato de «recargas» en varios mercados, incluyendo nuestro país, tanto para productos de cuidado personal como de hogar, promoviendo la reutilización del envase primario, «lo cual ha tenido excelentes resultados», sostiene Wodka.

Fuente : Portafolio Retail – DF