
Fin de huelga
Aunque tuvo poca repercusión mediática, Concha y Toro vivió una huelga que duró 45 días. En su momento más álgido, se vieron rayados ofensivos contra la familia Guilisasti –socia mayoritaria de la empresa– en las afueras de la bodega en Pirque. «Nos hubiera gustado que fuera de otra manera, hubo formas de manifestarse que no eran las adecuadas, pero se hizo un proceso y se logró un acuerdo», comenta Rafael Guilisasti, presidente de Emiliana.
«Hicimos un cambio en el sistema de remuneraciones con muchos mayores incentivos a la productividad. La otra desavenencia era en torno a los bonos de término de conflicto, el pago de días huelga, y a otros beneficios. Fue larga, porque había diferencias grandes, pero se llegó a un acuerdo y se incorporó a los trabajadores», señala el empresario.
De un total de 2.500 trabajadores, 520 se sumaron a la huelga, principalmente de las plantas envasadoras de Santiago. Aunque prefiere no entregar cifras, Guilisasti dice que el conflicto tuvo un costo en servicio al exterior. Pero para él lo importante es ahora el futuro: «Hoy hemos podido restablecer nuestras ventas y lo importante es que los trabajadores y la empresa entren en una relación laboral más enfocada en torno a la productividad, al uso eficiente de las plantas. Aunque tuviéramos un dólar mejor, seguimos necesitando productividades distintas. Ésos son los desafíos», dice.
Fuente : Capital